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Granada-Cruz Blanca de San Lázaro


La cruz Blanca de San Lázaro, se encuentra ubicada en la Avenida de la Constitución frente a la puerta de entrada del hotel Vincci. Al parecer se trata de una de las más antiguas cruces que se erigieron en Granada tras la Reconquista por los Reyes Católicos. Era costumbre, desde la toma de Granada, levantar cruces en enclaves significativos o de cierta relevancia, siempre por exaltación de la fe católica.



La cruz que nos ocupa, fue varias veces restaurada a lo largo de su historia como bien se puede leer en la epigrafía incisa de las caras del pedestal; también por imágenes antiguas. La cruz que hoy conocemos, no se corresponde con la existente en los años 20/30 del pasado siglo XX. Aquella no era de mármol,si no de piedra y los remates de los brazos contenían bolas lisas de coronamiento.




La cruz se fabricó en alabastro y tiene una altura de unos 4 m. En este lugar se detenían las comitivas fúnefres que trasladaban los restos de los reyes españoles que iban a ser enterrados en Granada.


La cruz se levanta sobre un pilar rectangular que a su vez se asienta sobre una base cóncava.



El pedestal contiene en sus caras inscripciones alusivas a su reedificación:


  • A ONRA Y / GLORIA DE / DIOS Y DE SU BEN / DITA MADRE / LOS BEZINOS / DE ESTE BARRIO.

* REEDIFYCARON ESTA SANTA CRUZ AÑO DE 1625


  • A ONRA Y / GLORIA DE / DIOS Y SU BEN / DITA MADRE / LOS BEZINOS / DE ESTE BARRIO B / OLBIERON

* A REEDIFYCAR ESTA SANTA CRUZ AÑO DE 1752.


Leyenda que marca el lugar que ocupa la Cruz


"La emperatriz doña Isabel de Portugal, mujer del Emperador Carlos, y madre de Felipe II, murió en Toledo el 1 de mayo de 1539 y su cadáver fue trasladado hasta la capilla Real de Granada.

El marqués de Lombay, heredero del ducado de Gandía, fue el encargado de acompañar los restos mortales de la emperatriz desde Toledo a Granada y hacer entrega del cadáver al clero de la catedral.












Cerca ya de la población, al dar vista a la puerta de Elvi­ra, la comitiva hizo alto, y el Duque de Gandía abrió el ataúd para reconocer el cuerpo. En este acto estaban presentes el clero de la Catedral, el de la Real Capilla, y el reverendo arzobispo don Gaspar de Ávalos, además de representantes de la Real Chancillería y la Inquisi­ción.


El Duque de Gandía que todavía estaba enamorado de la emperatriz, fue consciente de lo efímera que es la vida, al abrir el ataúd para reconocer el cuerpo, la cara de la emperatriz estaba ya en mal estado y desfigurada, y allí donde se yergue hoy la Cruz Blanca de San Lázaro pronunció estas palabras. “Los años vuelan rápidos, y jamás volverán por el camino que recorren”.


El cortejo fúnebre siguió su recorrido ya en la oscuridad de la noche y allá, en lo más alto, entre dorados vapores de las velas, el Duque de Gandía creyó ver aparecer la imagen de su adorada doña Isabel, no como últimamente la había visto, sino más radiante y más bella que en sus más felices días; envuelto su cuerpo en vaporosas nubes, trasfigurado y divinizado su dulcísimo sem­blante, y reflejándose en la sublime expresión de sus ojos, los célicos destellos de la bienaventuranza.


El Duque después de esta visión se desmayó y tuvo unas fuertes fiebres que pusieron en riesgo su vida. Poco tiempo después, abrazó la vida monástica; renunció a todos sus bienes, honores y títulos para vestir el hábito de Loyola, siendo el resto de su vida ejemplo de humildad, de virtud y de caridad cristiana: rehusó varias veces la púr­pura cardenalicia. Aquél que había sido el marqués de Lombay y duque de Gandía fue canonizado por el pontífice Clemente X, con el nombre de San Francisco de Borja."


Imagenes:


La Cruz Blanca, delante del solar donde se construyó el Hotel Luz, hoy Hotel Vincci.

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